Miedo el que también se siente en Inglaterra, donde ya no se puede ir a echar la basura sin que el contenedor arda. No soy promotora de la violencia juvenil, faltaría más. Una servidora no le encuentra el gustillo a eso de ir prendiendo fuego a coche que pille. Europa quizá debería recoger de los españolitos las formas al manifestarse. Las campañas pacíficas en ocasiones terminan con la porra de agentes de la policía con tanta mollera entre oreja y oreja como conciencia en el pecho. Sin embargo, cuando uno hace las cosas como la verdadera cordura manda puede soñar tranquilo cuando cae el sol. Aún con una costilla rota.
Lo dicho, no apoyo las formas inglesas de reivindicación. Pero si a mi me subieran lo que a ellos la matrícula universitaria no sé lo que haría. Quizá en lugar de leer esta editorial podría estar chamuscando edificios de la administración por cortar de raíz todo mi contacto con el mundo universitario. No lo sé. Aunque aquí no nos estamos quedando cortos tampoco con los recortes sociales. Las miles de familias que viven en Canarias con menos de 200 euros al mes sabrán de lo que hablo.
El miedo. Controla Wall Street, controla Inglaterra, controla la porra de aquellos que siguen órdenes sin chistar, controla a Obama. Que el miedo no sea capaz de arrancar el sentido de nuestra vida. Porque el miedo, siguiendo las palabras de Pedro Guerra, da miedo del miedo que da.
No hay comentarios:
Publicar un comentario