miércoles, 10 de agosto de 2011

Amor verdadero

Una noticia que descalabra todos los planes. Nunca creí que un informativo fuera tan devastador para mi fiesta de cumpleaños. Decidí esta vez que lo único que quería por y para esa celebración en la que recordamos que hace x años llegamos a este mundo arrugados, ensangrentados y, por mucho que se diga, feísimos; lo dicho, lo único que quería era pasarlo en familia. Sin embargo, ya me harté de pasarlo año tras año en la casa paterna. Esta vez lo que realmente me apetecía es que fueran mis parientes los que se desplazaran hacia mi lugar de residencia durante el curso. Pasear por la Gran Vía con mis padres y mis hermanas me parece una de las mejores formas de llegar a los dos patitos.

Todo estaba previsto cuando…hala, elecciones anticipadas. Cambio de planes. Se retrasa una semana el agradable paseo por el centro de la capital. Pues nada, ajo y agua. Cuando la familia Mengíbar llegue a Madrid yo ya tendré 22 años y España nuevo presidente del gobierno.

Bueno, un fastidio, pero no es para tanto. En realidad, lo que más coraje me dio fue la certeza de que se acercaba a marchas forzadas esa época en la que las promesas llenan el aire. Todo parece un ritual de cortejo del potencial votante. Como si de enamorados se tratara, los partidos políticos cantan canciones de amor bajo los balcones de las masas embelesadas con el sonido de su voz. Promesas de fidelidad eterna a unas ideas y de una feliz situación económica juntos por siempre jamás. Promesas de que el contrincante no te hará feliz, de que sus palabras son mentira, de que sus besos son falsos y pertenecen a intereses escondidos y corruptos.

No se dejen engañar. Las palabras son tan endebles como la memoria que las recuerda al cabo de 2 años de legislatura. Solo cuenta el presente. Bajo mi siempre humilde punto de vista, un partido político cuenta con lo que es capaz de hacer antes de que se le de poder para no cumplir unas expectativas que se crearon cantando como una tuna bajo el balcón. Además, conocemos ya de sobra a los grandes. El rojo y el azul nos decepcionan por igual. No se dejen engañar de nuevo. Lo único que tendría valor en esta época de tanta mentira sería una purga de corruptos. Una canción a la que prestaría cierta atención sería aquella titulada: “Si estás imputado, del partido serás echado”. De forma automática e irreversible. Desde ya. Desde hoy. Pero este single no tiene mucho éxito. Que se lo digan a los valencianos, que se lo digan a los andaluces. Para ellos no es un pecado mortal quedarse con dinero ajeno o ejercer influencias donde deben primar los méritos. Siguen votando a políticos cuyas armas no son ni la verdad ni el honor. Pero ya saben, en ocasiones las cantinelas de enamorados ciegan a la gente. La esperanza en promesas de una felicidad futura prima sobre la lógica política. ¿Es esto verdadero amor?

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