fin de mes con un trabajo de unas estúpidas 5 horas ganando una millonada, todos nosotros podemos hacernos cargo de un mayor dejando de lado el trabajo que trae comida a casa.
Nadie puede permitirse en estas épocas de vacas flacas irse de su puesto de trabajo para quedarse en casa cuidando un anciano que necesita infinitas atenciones. Lo suyo es crear trabajo y bajar el paro. Lo suyo es dar más y mejores prestaciones a los ancianos, no quitárselas. Y de paso se crea empleo, por cierto.
Pero los políticos capitalinos intentan con patética habilidad chantajearnos psicológicamente al decirnos que no cuidamos de nuestros padres y abuelos. Muchos no se lo pueden permitir, señor Cardona. Déjese de psicología barata.
Con tanto recorte social ya ni me sorprendería que cuando llegue en octubre a Madrid la facultad esté cerrada. ¿Para qué queremos una educación pública y de calidad? ¿Para qué una sanidad decente? ¡Volvamos todos a las cavernas mientras políticos y banqueros forran las paredes de sus casas con billetes de 500!
Hace poco comentaba con mi chico la necesidad de aprender a decir no. Como en el anuncio. No. No nos conformamos con sobrevivir. No nos conformamos con una educación con más agujeros que un colador, con una sanidad más lenta que una carrera de bacterias. Debemos decir no a los abusos de una clase política que se aleja cada vez más de una ciudadanía de la que un día, hace mucho tiempo (milenios, parece ser), formaron parte.
Mi chico, tan atento, con todos sus fallos, pero muy atento, no es capaz de decirle no a su abuela mientras estudia. Él sí que la cuida.
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