jueves, 15 de septiembre de 2011

Penúltima reflexión

Penúltimo día en UD Radio. Penúltima editorial. Penúltima vez que podrán escuchar a esta hora de la mañana la banda sonora de “La vida es bella”, una de mis películas favoritas. Penúltima vez que tendrán que soportar mis inquietantes pensamientos sobre el mundo. Pero en mis dos últimos momentos de gloria editorial amarilla no quiero dejarles con un sabor agridulce en los oídos y la conciencia. Prefiero que se queden con dos reflexiones que considero de extrema importancia antes de finiquitar mi relación con este pequeño espacio que Jonás, muy amablemente, me permite.
La Teoría del Todo durará tanto como Y mucho más. No se librarán de mí con tanta facilidad. La curiosidad por la ciencia significa curiosidad por el mundo. Y, como alguna vez he dicho, quien no tiene curiosidad por el mundo enfermo está. Aunque estamos de acuerdo en que la sección de ciencia ha llegado mucho más allá de los confines del planeta. La materia oscura y la antimateria, por ejemplo, nos llevó a abstraernos a nivel espacial. También hemos investigado sobre lo microscópico. Ya saben que la microbiología me llama poderosamente la atención. De las algas tóxicas al origen de la vida.
He disfrutado como una enana llevando el espacio de ciencia. Espero haberlo hecho de manera que ustedes también queden con grata sensación.
Mi pretensión hoy, la primera de mis últimas reflexiones, es movilizar conciencias escasas de sueños. El mío es poder contribuir con mi granito de arena a que la ciencia llegue al público general, que la curiosidad científica sea parte de la cultura. ¿Cuál es el suyo? Tenga un sueño. Luche por él. Ya sea hacerse carpintero, aprender inglés para vivir en Los Ángeles o criar cabras para hacer queso en una casa de campo. Todos debemos alimentar nuestras ilusiones e intentar ser felices con lo que hacemos.
Ténganlo presente: uno muere sólo cuando deja de vivir la vida. Y la vida, señoras y señores, es muy bella como para dejarla pasar.

martes, 13 de septiembre de 2011

Made in China

China. Motor del mundo. Económica y demográficamente. Que no democráticamente, claro. Cualquier bolsa termina al alza si el gran asiático se convence de que debe invertir en su país. La banca de un mundo en crisis. Europa ya no existe sin China. Ni siquiera la primera potencia mundial (o la que, hasta hace bien poco, lo era) se libra de su influencia. Esta fábrica del mundo, este rico sótano de Occidente, da mano de obra barata sin mirar a quién. ¿Qué dirigente podría poner los puntos sobre las íes hoy a China? Quién pudiera hablar abiertamente sobre el gran asiático. Quién pudiera librarse de su influencia.
Meter a un Premio Nobel de la paz entre rejas sólo por decir puras verdades no resulta del todo democrático. Pero China saca pecho. Y a quien no le guste que se compre un dulce. Esta es mi política, y con mis ciudadanos hago lo que me da la gana. Si algo le parece mal, si de verdad se atreve a meterse conmigo, ya puede olvidarse de la inversión.
Qué cosas. Varias guerras de este nuevo siglo se han librado en nombre de la democracia. Pero China es intocable. Si tienes dinero y mano de obra reciclable puedes darte el lujo de cualquier extravagancia. Torturas, salarios peor que a becarios, cárceles repletas de pensadores e inocentes,… Todo se le permite a China. Más aún, Occidente lo necesita. Necesita trabajadores sin seguridad y con salarios tan bajos que conceda el privilegio que comprar un gran volumen de productos a precios de risa. A mí sí que me da la risa cuando los grandes dirigentes, sobre todo de esos países de la libertad, sobre todo aquellos que también son Nobel de la paz sin hacer ni el huevo, meten artillería pesada en otros, o lo promueven, en nombre del poder del pueblo. De tanto utilizar su nombre en vano, a la pobre democracia ya no le queda significado alguno.
Mejor llamar a China por su nombre: dictadura. Un día vivimos la primavera árabe, luego vino la spanish revolution. Quizá algún día, a los chinos les dé también por decidir sobre su propio futuro. Y entonces, si se juntan todos, la libertad no tendrá otra opción que abrir sus puertas a un mundo asiático que la reclama.

lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Ley de vida?

Hay cosas que son tan antiguas como la vida misma. El amor, la guerra, la desesperación, el placer. Existen dichos que surgieron casi a la vez. Y prejuicios, muuuchos prejuicios. Desde que el hombre es hombre el recuerdo de un ayer supremo y un angustioso presente, distorsiones de viejos, persigue a las generaciones venideras. Mi padre en sus años mozos ya escuchaba que los jóvenes no tenían respeto, que eran una panda de desvencijados, que no sentían vergüenza por nada. Preguntábanse también por esos grupos de melenudos que escuchaban los jovencitos. Los Beatles fueron muy criticados, aunque muchos ya no lo recuerden. Ahora, convertidos en mito,  nadie los critica. La juventud de entonces tuvo que soportar la actitud prejuiciosa de los veteranos. Ahora nosotros, los jóvenes de hoy, tenemos que aguantar las mismas estupideces. ¿Es ley de vida?
Ayer escuchaba una tertulia en la que los veinteañeros salíamos bastante mal parados. Por lo visto no tratamos con respeto a nadie, sólo pensamos en nosotros mismos y nos importa bien poco nuestro futuro. Todos llevamos piercing y tatuajes, nos drogamos y no buscamos trabajo. Todos estamos en bandas callejeras, portamos navajas en el bolsillo y vamos con minifalda y escote a clase. La generación ni-ni contagia a cualquiera que haya nacido después del 85. Según estos contertulios, claro está. Porque mi visión de la generación a la que pertenezco es bien distinta.
Somos la generación con más títulos universitarios de la historia de España, somos la generación que supo mezclar las nuevas tecnologías con la bicicleta y el teje en la niñez, somos aquellos que despertamos conciencias dormidas en las revoluciones de este año, somos los que peor lo estamos pasando con la crisis, los que nos partimos el alma trabajando en verano por una miseria después de estar todo un curso estudiando y aprobando asignatura tras asignatura.
Porque no todos andamos drogándonos por las esquinas. Porque imbéciles los hay en todas las generaciones. Porque, aunque sin vivir guerras, sin vivir dictaduras, somos jóvenes que luchamos a contracorriente por nuestro incierto futuro en este sistema. Porque, aunque a muchos les cueste admitirlo, somos una generación fuerte. Como, sin duda, lo son todas las generaciones.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pobre Complutense


Que si los ricos. Que si los pobres. Que si los funcionarios. Alguien debe limpiar los platos rotos. Y no sé cómo lo verán ustedes, pero bajo mi punto de vista siempre pagamos los mismos. Siguiendo la filosofía de Manolo Vieira, somos los primos.  ¿Qué se apuestan a que finalmente no se ponen de acuerdo en que los ricos paguen lo que debieran? De hecho, hace unos meses Botín tuvo algún que otro problemilla fiscal. Yo, hasta hoy, no he visto que nadie lo haya metido entre rejas. Con lo que estafó, madre mía. Ahora, deje usted de pagar 20 euros a hacienda, a ver si se lo reclaman o no.
Lo dicho, los ricos pueden salirse finalmente con la suya. Algunos dicen que no se les debe cobrar más impuestos para que creen empleo. ¿Y qué pasa con aquellos que tienen pelas y se las dejan bien guardaditas en el bolsillo? Mejor, digo yo, sería subírselos a todas las grandes fortunas y, si resulta que les da por ser emprendedores y crear empleo, se les baje. Quizá de esta forma saliéramos todos ganando.
Esta mañana escuché a un señor diciendo que nos estábamos peleando por un impuesto a ricos que supone un mínimo porcentaje de todo el peso fiscal. Sin embargo, puede ser que nos importe tanto por simple justicia. A usted, a mí y a casi todo hijo de vecino nos bajan presupuesto en educación, en sanidad, en servicios básicos por los que nuestros padres llevan pagando impuestos toda la vida. Pero hasta donde sé, ni un solo político ha hablado aún de bajarse los sueldazos, como funcionarios que son. Electos, pero funcionarios. Ni uno solo ha mencionado los pocos años que deben trabajar para una pensión máxima. Ni uno solo con un mínimo de decencia. Ni uno solo recuerda que la política es por y para los ciudadanos.  
Mientras, sus hijos empiezan el cole y yo mi último curso de carrera. Con unas instalaciones que dan pena, la Complutense sigue empobrecida, como la mayoría de centros públicos. Que alguien se lo recuerde a políticos que llevan día a día a sus hijos a centros privados, pagando con salarios sacados de mi bolsillo, y el suyo.

martes, 6 de septiembre de 2011

Tasas y gastos de gestión

Muchos se preparan ya. Libros nuevos, carpetas, libretas, bolígrafos. Yo jamás he podido evitar la tentación de oler las páginas de una obra acabadita de comprar. Algunos se ríen de mí, pero sé que en el fondo ellos también lo hacen cuando nadie los ve. Siento ser pesadita con septiembre. Sé que no es grato de recordar la vuelta a la rutina, pero debemos tomarla de una manera distinta. Es el comienzo de un nuevo período, y hay que comenzar con ganas. Nuevos proyectos, nuevas asignaturas, nuevos compañeros. Los cambios siempre dan una nueva oportunidad.
A mí también me toca. A principios de octubre, vale, pero me toca. Y desde hoy me planteo cada preparativo. El primero, claro está, la matrícula. El segundo, el billete a Madrid. Y sobre este tema me gustaría hablar hoy. Qué alegría al entrar en la página de vuelos baratos. Por  18 euros dicen llevarme a la capital. Genial. Meto mis datos y elijo la forma de pago. Siguen apareciendo esos 18 euros. Antes de aceptar la compra final, reviso los datos. Y qué sorpresa la mía cuando el precio ha subido de 18… ¡a 42! Algún error, pensé. No me han aplicado el descuento de residente. Seguro. ¡Pero si he comprado en esta página un millón de veces! Después de varios intentos me decido a preguntar en atención al cliente, donde me confirman lo que no quiero oír. Esos 24 euros de más se deben a tasas y gastos de gestión.
Es decir, el billete en sí, el vuelo, es en lo que menos te gastas. Si no recuerdo mal, esa indispensable subida del precio jamás había sobrepasado los 10 euros. Ahora 24. Muy bien. Si en realidad la culpa no es de las compañías aéreas, sino de la legalidad vigente que les permite esa desorbitada cantidad por gastos de gestión. Así como, claro está, les permite no poner desde el principio el precio final, lo cual, creo yo, sería lo suyo.
Ensimismada en mi cabreo aéreo, entro en la guagua. Después de fracasar en la ardua tarea de que el chófer responda a mis buenos días, procedo a pagar. 10 céntimos más que el día anterior, por cierto. Hoy no es mi día. Los sueldos no suben, pero todo lo demás sí. ¿Cómo no indignarse? Que viva el transporte público en estas islas…

lunes, 5 de septiembre de 2011

Lunes

Lunes. Septiembre. Vuelta al cole. En mi caso a la radio. Las contracturas me permiten de nuevo disfrutar de este trabajo. Dicen que hay dos cuestas en el año: la de enero y la de septiembre. Vamos con la segunda. Y se plantea difícil, porque resulta que vamos a volver a la recesión. ¿Pueden creerlo? Después de que la mitad de las sociedades se hayan visto con una sanidad y una educación públicas con menos presupuesto, un aumento de los impuestos, flexibilidad para el despido… En definitiva, después de los quebraderos de cabeza que los últimos años nos produce la clase dominante (política y financiera), la economía sigue sin levantar cabeza. Entonces, ¿qué demonios pretenden? Que dejemos nuestros trabajos y nuestro dinero en la banca y los políticos, que elijamos por voluntad propia morir de hambre en pos de unos cuantos que necesitan beneficios. Sigo las palabras de Rosana: “Siempre hubo gente con clase y clases de gente.”
Lunes. Septiembre. Vuelta al cole. Pero no para mí, que aún sigo con ustedes. Nos levantamos todos con el dulce recuerdo de ayer, domingo, fin de semana, las 11 y aún en la cama. Pero ayer el sabor fue agridulce. Nos enteramos de que la CIA y el MI6 colaboraron con Gadafi. Mira por donde, ¿no defendían la democracia cuando pusieron al Consejo de Seguridad de la ONU a las puertas de Libia? Qué cosas…
Lunes. Septiembre. Vuelta al cole. Los republicanos estadounidenses quieren subir los impuestos a los pobres y bajárselos a los ricos. El mundo está al revés. Bush divulga sus memorias como un héroe retirado, con la conciencia tranquila por haber hecho las cosas como debía, por defender su país. ¿Cómo puede dormir este hombre por las noches? ¿Invadió Irak en nombre de la democracia? Entonces ¿por qué colaboró la CIA con Gadafi?
Dejémonos de preguntas sin respuesta. Es lunes. Y septiembre. Volvemos al cole, al trabajo o a lo que toque. Subimos una cuesta, pero no sabemos dónde está la cima. Ánimo, we can.

martes, 30 de agosto de 2011

Recuerdos de adolescencia

Ayer tuve la necesidad de pasar por el que durante mi infancia y adolescencia consideré mi pueblo. Tantas y tantas cosas que tuve la oportunidad de vivir allí. El mejor lugar donde pasar los primeros años de vida es, sin duda, el campo. Las merendolas alrededor de una charca, subir árboles y riscos, la bicicleta hasta las 9 de la noche, las casetas de campaña a un par de metros de una pequeña hoguera. Luego llegó el voley, los campeonatos, las rodillas ensangrentadas por coger balones imposibles sobre el suelo de una cancha descubierta, la satisfacción del trabajo bien hecho. Un par de años de bachillerato bastaron para cambiarlo todo. De repente, todo se me quedaba pequeño. El viaje a Madrid se tornó inevitable, tan natural como cumplir los 17. Pasaron los años y encajé en la nueva ciudad como un guante. Ayer tuve que pasar por el pueblo, y me di cuenta de que todo había cambiado.
¿No han paseado nunca por zonas en las que todo son caras conocidas? Caminas hasta con cautela, no vaya a ser que te encuentres con gente que no deseas. Demasiados conocidos por kilómetro cuadrado. Para tu desconsuelo, te das cuenta de que, en realidad, tienes un miedo atroz a encontrarte con gente a la que debes una disculpa. Estupideces adolescentes vuelan en el aire y llegan a tu memoria con la fuerza de las verdades inapelables. Parecen ya anécdotas de una persona que apenas puedes reconocer, de una persona que fuiste y ya no eres. Sin embargo, hay que cargar con las responsabilidades. Fui yo, al fin y al cabo, quien erró. Mis más sinceras disculpas para todo aquel que tuvo que cargar con mi inmadurez adolescente.  Amigos, amigas, novietes y compañeras de equipo, disculpen mi inexperiencia vital, mi intolerancia hacia sabiduría ajena, mi repulsa hacia los sentimientos de sincero afecto.
¿Y a qué viene todo esto? Pues a que me gustaría que muchos de los que me escuchan miraran hacia atrás y reconociesen su culpabilidad en males de terceros. No hay nada de humillante en pedir perdón. Mou, querido Mou, si me estás oyendo, recoge mi mensaje. Vete, por favor, y, después de reflexionar, pide disculpas por todo el mal que has hecho a mi equipo.