viernes, 29 de julio de 2011

Perfectos aburguesados

Somos ecologistas solo de boquilla. Muchos se lamentan al ver los documentales de la 2 y confirmar la extraña impresión de este planeta se va a freír espárragos en unas décadas. Pero en casa las cosas cambian. Cuando hay que tener varias bolsas de basura en lugar de una, la pereza entra como protagonista de una miserable vida en la que ni siquiera se lucha por eso, la propia vida. Uf, qué trabajoso eso de estirar la mano hacia derecha e izquierda para tirar las migajas de pizza por un lado y el cartón en la que venía por otro. Cuidado, que puede herniarse, señor.
Solo el 5% de los residuos son reciclados a nivel mundial. Una pequeña proporción de ciudadanos concienciados, una mayoría con la conciencia deambulando de un lado a otro del inconsciente sin saber muy bien dónde está su lugar. No podemos culpar a las grandes empresas de no hacer una buena gestión de los desperdicios, porque la mayor empresa conocida se llama humanidad y cuenta con casi 7 mil millones de empleados. Si nosotros mismos no alargamos la mano hacia el esfuerzo por un planeta agonizante, menos aún lo harán las empresas, que además de estar formadas por personas necesitan llevar una cuenta de resultados a final de año.
Lo dicho, somos perfectos aburguesados a los que cuesta demostrar lo que con palabras solo describimos de forma abstracta. Ocurre exactamente igual con un fenómeno llamado feminismo. Muchos hombres y mujeres llevan por bandera la igualdad, poniéndose en el pecho un cartel con nombre, apellidos y logo de la lucha contra el machismo. No obstante, al llegar a casa el hermano se sienta en el sofá y juega a la playstation mientras mamá y la hermana preparan la mesa y la comida. Todos trabajan, pero ellas más aún. Siento decirlo, pero detesto a esas mujeres, que son muchas, tanto como al hombre que se sienta a esperar que lo sirvan como a un rey. Esa gente hace tanto por el igualitarismo como una fábrica de papel por los bosques.
No vayan ustedes a pensar que estas situaciones se dan solo en personas de cierta edad, las cuales se escudan, en la mayoría de los casos, en una educación y una época diferentes, en la imposibilidad de cambio de mentalidad y en chorradas varias. No. Los jóvenes también pueden llegar a ser tan machistas como un león en la sabana. No solo leones, claro, también las chicas llegan a unos niveles de antifeminismo que rebasan con creces los límites establecidos por mi más bien escasa tolerancia al machismo. La estúpida y muy extendida creencia de que cuando un hombre y una mujer tienen una noche de alocada pasión, para luego no volver a mirarse los ojos, es el hombre quien se ha aprovechado de la fémina es una equivocación tan grande como decir que esa mujer no se respeta a sí misma por disfrutar del sexo con quien desee.
Clichés absurdos que debemos extirpar del subconsciente colectivo. Ya me imagino a muchos abriendo la boca como una serpiente con la mandíbula desencajada por mis simples palabras. Las verdades escandalizan, pero, espero, despiertan conciencias dormidas.

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