viernes, 29 de julio de 2011

La chispa adecuada

Solo hacía falta una chispa. Nadie puede determinar dónde surgió, si en Túnez, si en Madrid,… El caso es que esa chispa surgió y se propagó por el mundo. Los ciudadanos de este hermoso lugar llamado planeta tierra estamos comenzando a despertar del largo letargo en el que nos había sumido la bonanza económica. Porque antes también había corrupción. Antes, cuando nos gastábamos lo que fuera por un piso, por un coche o un anillo de compromiso. Ahora nos damos de bruces con una nómina con pocos ceros y casas desahuciadas y creemos que el mundo se ha vuelto loco. Quizá fuimos nosotros mismos los que nos volvimos locos.
Pero por lo menos ahora debatimos en la calle sobre política, sobre la banca y sobre la moral de nuestro sistema. Todo gracias a esa gente que salió a despertarnos en el momento oportuno. A esa gente que salió y se dejó la garganta diciendo verdades.
Existen grandes estúpidos de altas clases que no se interesan por el tema. Creen que 4 analfabetos pretenden cambiar el mundo. Una profesora de universidad fue mi gran decepción. Una de estas que dan más historia de su evolución política personal que marketing político. Otros apoyan el movimiento mientras dormitan tranquilamente en el sofá. Esperan a que los demás cambien la situación desde la comodidad de sus hogares. Unos hogares donde la indiferencia brilla por su presencia.
Los indignados no tienen fronteras. Ahora Israel se suma. Las diferencias entre la clase alta y baja se incrementan a velocidad de vértigo. Que levante la mano quien pueda permitirse comprar un piso en el país. Aunque esta proposición puede trasladarse a cualquier territorio, claro está. Si lo mismo se dice en tierra españolita igual sería. Si lo mismo se dijera en cualquier país del mundo igual sería. Porque la clase media somos ya un país independiente que vaga por el mundo buscando el arca perdida.
Pero tengamos clara una cosa: el dinero no desaparece como en película de ciencia ficción. El dinero del mundo es el mismo, lo que pasa es que ahora queda en unos pocos bolsillos. Unas manos que ahora no se arriesgan a utilizar su pasta gansa en invertir y sacarnos a todos de este escollo. Sino que se la guardan en sus colchones suizos hasta que pase la tormenta y puedan volver a duplicar y triplicar sus ganancias.
Mientras escribo suena “Revolución” de Amaral. Muy apropiado. Quizá sea cierto. Quizá es nuestro momento, quizá este sea el principio de una verdadera revolución. Que la gente salga a la calle y hable de política puede que sea en sí mismo todo un hito. Que lo haga alrededor del mundo delata la imposibilidad de que se trate, querida profesora, de un grupo de analfabetos.

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