miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pobre Complutense


Que si los ricos. Que si los pobres. Que si los funcionarios. Alguien debe limpiar los platos rotos. Y no sé cómo lo verán ustedes, pero bajo mi punto de vista siempre pagamos los mismos. Siguiendo la filosofía de Manolo Vieira, somos los primos.  ¿Qué se apuestan a que finalmente no se ponen de acuerdo en que los ricos paguen lo que debieran? De hecho, hace unos meses Botín tuvo algún que otro problemilla fiscal. Yo, hasta hoy, no he visto que nadie lo haya metido entre rejas. Con lo que estafó, madre mía. Ahora, deje usted de pagar 20 euros a hacienda, a ver si se lo reclaman o no.
Lo dicho, los ricos pueden salirse finalmente con la suya. Algunos dicen que no se les debe cobrar más impuestos para que creen empleo. ¿Y qué pasa con aquellos que tienen pelas y se las dejan bien guardaditas en el bolsillo? Mejor, digo yo, sería subírselos a todas las grandes fortunas y, si resulta que les da por ser emprendedores y crear empleo, se les baje. Quizá de esta forma saliéramos todos ganando.
Esta mañana escuché a un señor diciendo que nos estábamos peleando por un impuesto a ricos que supone un mínimo porcentaje de todo el peso fiscal. Sin embargo, puede ser que nos importe tanto por simple justicia. A usted, a mí y a casi todo hijo de vecino nos bajan presupuesto en educación, en sanidad, en servicios básicos por los que nuestros padres llevan pagando impuestos toda la vida. Pero hasta donde sé, ni un solo político ha hablado aún de bajarse los sueldazos, como funcionarios que son. Electos, pero funcionarios. Ni uno solo ha mencionado los pocos años que deben trabajar para una pensión máxima. Ni uno solo con un mínimo de decencia. Ni uno solo recuerda que la política es por y para los ciudadanos.  
Mientras, sus hijos empiezan el cole y yo mi último curso de carrera. Con unas instalaciones que dan pena, la Complutense sigue empobrecida, como la mayoría de centros públicos. Que alguien se lo recuerde a políticos que llevan día a día a sus hijos a centros privados, pagando con salarios sacados de mi bolsillo, y el suyo.

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